Los estereotipos de género y su transmisión a través de la literatura infantil y juvenil
Uno de los primeros post que os compartí desde ᴇɴ ᴠᴇʀsᴀʟɪᴛᴀs ayudaba a diferenciar entre roles y estereotipos de género, y daba unas cuantas pinceladas sobre ambos conceptos. Si te lo perdiste, puedes consultarlo aquí 👇
El caso es que cada vez que repasaba el texto me parecía demasiado vago e introductorio, así que decidí profundizar en el análisis y la reflexión para cada uno de los términos. Hace poco subí esta entrada sobre los roles de género y su importancia en el proceso de socialización de niñas y niños, y hoy voy con una sobre los estereotipos de género y su transmisión a través de la LIJ.
¿Qué son los estereotipos de género?
Los estereotipos son un instrumento que nos ayuda a comprender las relaciones sociales y que contribuyen a justificar determinadas actuaciones sin contrastar. Son aprendidos por la socialización. Los estereotipos hacen que las expectativas de futuro de las personas (expectativas profesionales, aspiraciones sentimentales, perspectivas económicas...) vengan determinadas por los modelos que nos imponen y no por lo que realmente desearíamos o por lo que seríamos capaces de hacer.
Los estereotipos de género y su permanencia
El estereotipo es un juicio que se fundamenta en una idea preconcebida, cuyo origen es principalmente emocional y se apoya en conductas transmitidas de generación en generación. Son como etiquetas que nos ponen al nacer y que van asociadas a nuestro sexo: "las niñas son sensibles", "los niños son muy activos".
Los estereotipos evolucionan más despacio que la sociedad, y por ello prevalecen en muchos individuos a pesar del paulatino avance colectivo hacia la igualdad de género.
Los estereotipos de género responden a modelos, comportamientos y actitudes definidos por el sexo de la persona y dan lugar a un grupo de determinadas creencias sobre cualidades, roles y expectativas de futuro basadas en diferencias de género, que se incorporan de forma natural a nuestro sistema de creencias personales influyendo en los comportamientos, expectativas y actitudes en la vida. Son como un guion social que muestra cómo los sujetos deben actuar y reaccionar en una situación concreta.
Son las etiquetas que ya nos ponen al nacer: "las chicas son más sensibles que los chicos" y "ellos son más duros que ellas”. Pueden ser conscientes, expresados en el discurso cotidiano, o pueden ser asumidos de forma inconsciente marcando nuestra conducta, ya que se van asumiendo desde la normalidad y cotidianidad.
¿Elegimos en igualdad? No, y es por culpa de los estereotipos
La transmisión de estereotipos da como resultado elecciones académicas y profesionales estereotipadas, así como la reproducción de los roles tradicionales por los que la mujer asume su derecho a participar en el ámbito productivo pero sin descuidar las tareas del hogar, interiorizando de forma subjetiva la responsabilidad que tienen en la construcción de un equilibrio entre los dos espacios. A pesar de que llevamos décadas coeducando, si medimos el rendimiento académico de niñas y niños en términos de notas y el de los adolescentes y jóvenes en obtención de título el género femenino gana por goleada... pero las jóvenes siguen asumiendo un papel secundario en la sociedad. Eso lleva una aceptación normalizada de los roles domésticos y a una escasa participación en los puestos de decisión, a pesar de que, aparentemente se hayan formado en igualdad y hayan elegido libremente su proyecto de vida.
¿Se deben las diferencias a situaciones individuales o al tratamiento social de género?
Los seres humanos no nacemos biológicamente programados para comportarnos de una forma determinada por el hecho de ser mujeres u hombres, sino que es la sociedad la que va moldeando la normatividad, los estereotipos, los roles y por ende el estatus atribuido a mujeres y a hombres. Porque no tienen la misma consideración los roles productivos que los roles de cuidados, por ejemplo.
La realidad es que como sociedad necesitamos reflexionar sobre los orígenes y consecuencias de la discriminación por razón de sexo, porque ya no es posible creer que las desigualdades son elecciones "normales" ni que la menor participación de las mujeres en la esfera pública y su mayor carga del peso del trabajo doméstico y del cuidado familiar pueda atribuirse a que cada una de ellas lo haya elegido en libertad.
Los estereotipos de género que encontramos en la literatura infantil y juvenil
Los libros infantiles y juveniles tienen implícitas representaciones de género, y ya en los dedicados a la más tierna infancia, los personajes femeninos salen peor parados. Si quieres algunos ejemplos de infantil, puedes echar un vistazo aquí:
En la literatura juvenil, el panorama no mejora mucho. Y lo vemos porque mayoritariamente...
- Los personajes más heroicos son masculinos.
- Los personajes protagonistas de historias acción o aventuras son masculinos.
- Los personas que se enfrentan a la acción narrativa gracias a su fuerza o sus conocimientos son masculinos.
- Los villanos principales en las narraciones son masculinos.
- Los personajes más pasivos son femeninos.
- Los personajes protagonistas de historias de amor romántico son femeninos.
- Los personajes cuyas decisiones a lo largo de la narración las rige un alto componente afectivo o irracional son femeninos.
- Los personajes salvadores o cuidadores son femeninos.
...y la lista podía ser, tristemente, infinita.
¿Que te han venido a la cabeza ejemplos que se salen de esto? ¡Por supuesto! Katniss, Victoria, Ahriel, Clary... Especialmente en la narrativa fantástica hay una probada intención de revertir estos papeles, pero sigue sin ser la tónica general, y deberíamos tener este factor en cuenta a la hora de recomendar LJ, porque las consecuencias, como hemos visto, no son inocuas.
Trabajo en comunicación y marketing, pero soy especialista en animación a la lectura y en aplicación de la perspectiva de género en las Industrias culturales. Además, estoy aprendiendo a ser la madre de M.
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